Belén
y Enrique viven junto a sus dos hijos, aún pequeños,
en un barrio al norte de Madrid, en una vivienda dentro
de una parcela que comparten tres viviendas independientes,
a modo de adosados, con un acceso propio y con un jardín
común en el lado sur. Al norte, aprovechando
el desnivel existente del terreno natural, se encuentran
los accesos de vehículos, una planta por debajo.
Por encima de la planta del jardín, en la que
las tres casas sitúan las funciones de día,
existe una planta ático con forma de mansarda
que aloja el programa de dormitorios. Las tres familias
viven en un terreno de indudable valor por su situación,
pero en un edificio resultado de múltiples transformaciones
internas, un aprovechamiento dudoso de algunos espacios
y una cuestionable calidad en la ejecución.
La vivienda de Belén y Enrique es la de en medio.
Dispone por tanto sólo de dos orientaciones. La
casa, estrecha y larga, se organiza a ambos lados de una
escalera transversal, de un solo tramo, con peldaños
muy altos, que divide y dificulta la relación interna
de las habitaciones, verdadero origen de la idea de transformar
la vivienda. Otras cuestiones, aparentemente de orden menor,
se han de poner en cuestión a la hora de tomar decisiones.
El proyecto trata de resolver todas estas cuestiones
con una labor de “cirugía de casas”. Algunas
decisiones estructurales contribuirán a mejorar
los espacios, a cualificar las habitaciones y a dar calidad
al conjunto. Se impone la sustitución de la escalera
central por otra de dos tramos que influirá en la
organización de las planta baja. El diseño
ligero del segundo tramo permite una lectura diáfana
de la planta, un espacio multifuncional en el que se concatenan
el salón, la cocina, el comedor y una zona de trabajo,
con iluminación natural continua entre el jardín
y la fachada trasera.
Se mejora la planta sótano y su vinculación
con la vivienda a través de una nueva escalera acristalada que comunica con el espacio de la cocina.
Con las dimensiones adecuadas para el garaje, dispondremos
de espacio para una sala polivalente, iluminada y ventilada
por un nuevo hueco que se integra con el ventanal del salón
y que permite agrandar ambos espacios, acercar la ventana
al jardín haciendo el salón más luminoso,
hasta ahora protegido en exceso por el gran vuelo de la
planta de habitaciones.
La planta ático se reordena con la nueva escalera,
que desembarca en una posición central. De esta
manera se pueden disponer cuatro habitaciones y dos aseos
completos. Para mejorar el carácter de las habitaciones
se propone la construcción de dos miradores uno
al norte y otro, a modo de balcón y compartido por
dos habitaciones, hacia el sur y el jardín.
Equipo: olmos ochoa arquitectos
Colaboradores: Jugatx López
Amurrio
Superficie: 225,70m2